Mensajepor SMC » Mar Ago 25, 2015 10:54 pm
En un viejo gran thriller estadounidense encontraron al asesino serial por sus hábitos de lectura en la biblioteca pública. Son gente de larga experiencia en eso de fabricar locos y después cazarlos, también en asustar gente, así como espiar usando las más ingeniosas formas posibles, por suerte sólo en la ficción y de ninguna manera siendo premonitorio a la era de Internet donde se rinde culto a la privacidad, sobre todo en lo que hace a la intimidad de las personas.
Un argento tomó prestada la idea y decidió buscar el genoma argento a través de muestras tomadas de su biblioteca. La tituló "El asesino Cereal", en tributo a la idea original fusionada con la fábula del "granero del mundo" tantas veces animadora de sobremesas etílicas de grandes cultivadores de cactus en lata y tubérculos de pabellón auditivo.
Como si estuviese ordenada no pertenecería a un argento, el autor respetó el desorden original para captar mejor su esencia caótica.
Del Quijote en lugar de ver la más absoluta inocencia y pureza de espíritu más propia de un Cristo que de un soñador, tomó la tendencia a encontrar un problema imaginario a cada solución, así como tropezar mil veces con la misma piedra desafiando al más rústico sentido común.
De nuestra obra magna, el himno a la nacionalidad argenta de José Hernández tomó las desventuras de un gaucho malo, bruto, pendenciero, discriminador, haragán y fugitivo de la justicia, cuya mayor influencia filosófica la tuvo en las inmortales máximas del Viejo Vizcacha, inspiradas por grandes tratadistas del humor fino como Don Dalmacio.
Del Fausto de Goethe podría haber obtenido experiencia sobre los padecimientos de un alma alejada por propia voluntad de Dios, pero escogió la habilidad para negociar empréstitos ante los acreedores externos trocando falsas promesas por padecimientos sin fin.
De La Tempestad de Shakespeare que contenía la síntesis, la luz final en las tinieblas de la riquísima existencia del autor extrajeron la afición por las soluciones mágicas y por hacerse servir por Calibanes.
De Dostoyesvski la tristeza profunda, las intenciones de obtener algo a cambio de nada, el sentirse europeos a pesar de nunca serlo y el disimulo de la ociosidad empedernida disfrazándola de falsa intelectualidad, rindiendo culto a la pobreza como si hubiese mérito en sí misma, buscando el amparo de la ocupación en la burocracia estatal mesnospreciando a los ignorantes que producen algo útil con su esfuerzo.
De Sigmund aprendieron a culpar a los demás del origen de sus padecimientos existenciales confundiendo cuestiones reales con fantasías teóricas y a su vez dándoles entidad a las naturales y propias fantasías, aprovechando que la mente no distingue fácilmente unas de otras encontrando además una forma de aprovecharse de sus semejantes lucrando con una función propia y ad-honorem de los buenos amigos.
Con Homero compartieron la tergiversación del principio universal del hombre hecho a imagen y semejanza de Dios por el de crear dioses a imagen y semejanza de ellos, con sus propios defectos y limitaciones quedando a merced de mil supersticiones que minan su autoconfianza y capacidad de enfrentar problemas con audacia creativa.
La intención del autor argento no consistía en covertirse en sommelier escatológico sino en esa teoría que atribuye a las ideas como fuente primigenia de todo lo demás, y si es así es en la elección de las predominantes donde radican nuestros problemas y en su superación la solución.