Y yo creía que comprando tal desodorante iba a conquistar a la chica del comercial. Además tener que contribuir con el imperio pirato/holandés que parece que en vez de rajarlos con aceite hirviendo les servimos el five o´clock tea con scons o cookies.
Voy a mirar todas las etiquetas y a comprar otra marca! ¡Bueno otra más! ¡La última es la vencida! ...
Entonces y ya dispuesto a heder a empanada árabe recién salida del horno y renunciando a la chica del comercial como zorra a las uvas, me voy a ver qué voy a comer. Y como todo viene con altas dosis de sabor a nada, con aditivos adictivos y colorantes colorados tendré que buscar una mayonesa o engendro equivalente en eso de disfrazar las grasas para que no se traben en el paladar. Otra vez de puro curioso reviso las etiquetas y bueno, en fin...
Después de todo este desagradable estrés de supermercado mejor parar unos minutos y tomar un buen té de la India, al menos viajaré con la imaginación a esos lugares que algún día conoceré cuando pueda prescindir de todo lo anterior.
