Naponico escribió: ↑
La canción Vivo por Ella. De Andréa Bocelli
El cantor la dedica a su madre porque a pesar de que Los médicos advirtieron durante El embarazo Los riesgos para la propia madre y que El bebê Iba a nacer con problemas , Ella siguio adelante El embarazo y se negó a abortar. Finalmente nació ciego Pero agradece estar vivo por la decidida actitud de lá madre. (...cortado...)
Pero abortar no es una obligación. Este caso no es válido porque la madre quería tenerlo por lo que contás.
El problema es cuando son hijos no deseados en toda su palabra, cuando los padres prefieren abandonarlos en un cesto de basura una vez nacidos, cuando los tienen y descargan todas sus frustraciones en su hijo de unos meses sometiéndolo a torturas de todo tipo, cuando tienen 7 hijos y les viene otro siendo una tragedia para sus hermanos (menos comida) y para los padres que no pueden cuidar a ninguno y terminan dejándolos a su suerte en la sociedad, cuando las madres (sean de la clase social que sean) no los quieren y se someten a abortos clandestinos poniendo en riesgo su vida y además fomentando un negocio ilegal, y un largo etc.
Es la vida real, ese chico que nace y nadie quiere, en el 99% de los casos está condenado, nace pobre, marginado y luego al caer en la delincuencia, ustedes piden mano dura, rifle sanitario, y ya no lo ven como un dulce y adorable fetito en la ecografía de tres meses de gestación que le late el corazoncito.
Muchas mujeres en villas miserias desconocen que pueden abortar producto del lavado de cerebro de la iglesia, pero una vez que tienen el hijo, se arrepienten de no haber podido abortar cuando se informan, porque para ellas, un hijo es más pobreza y sufrimiento para ella y su hijo.
Y en la vida real se tiene sexo, es la naturaleza, no vengan con la moralina de «cerrar las piernas», eso no existe, sino no habría reproducción de la especie.
Si tanto se preocupan por el aborto, adopten los miles de niños que andan dando vuelta por ahí abandonados, pobres, desnutridos, pidiendo plata en un semáforo, condenados a una muerte social lenta sin nadie que les de una mano.