Un articulo sumamente interesante
El crédito, como el lenguaje, en su papel de mediador
Antes de reflexionar sobre la componente semiótica de la crisis, expondré una
pequeña noción económica que hará más fácil el entendimiento de aquella
reflexión. El crédito, como el lenguaje, media todas las actividades
económicas. Las empresas necesitan del crédito para comprar maquinarias,
instalaciones e incluso para pagar los salarios. Y los consumidores necesitan
crédito para comprar viviendas, automóviles, muebles y un largo etcétera.
La paralización del crédito en la economía sería equivalente a la
paralización del flujo lingüístico en la práctica social. Nada podría ser
sin lenguaje, e igualmente nada podría ser sin crédito. De ahí la necesidad
ineludible de la intervención del Estado en el mercado financiero.
Especulación lingüística y especulación financiera
Las palabras son portadoras de conocimiento y en el ámbito de la ciencia deben
especialmente usarse con ese fin, pero también en el marco de la práctica las
palabras deben proveernos de esa utilidad. Hablaremos de especulación
lingüística cuando las palabras no portan conocimiento, cuando carecen de
rendimiento cognitivo. Y hablaremos de especulación financiera cuando el dinero
se emplea de tal modo que no produce rendimiento económico, cuando no sólo no
multiplica su valor sino ni tan siquiera lo conserva. Y el mismo daño que
causa la especulación financiera a la economía lo causa la especulación
lingüística a la ciencia: dejan nuestras reservas a cero y nos impide seguir
con la reproducción del saber y de la economía.
La confianza y las señales gubernativas
Al emplear el dinero de forma especulativa, los bancos no pudieron recuperarlos
y se quedaron sin él. Los bancos empezaron a no prestarse dinero entre sí y a
endurecer las condiciones de los créditos. Se corría el peligro de que se
produjera un crack. Había que restaurar la confianza. Y los gobiernos, con Bush
a la cabeza, decían: hay que enviar señales claras a los mercados para
restaurar la confianza. Y empezaron a llegar las señales: el Estado inyectará
dinero, el Estado irá en ayuda de los bancos, el Estado obligará a los bancos
a aumentar la cuantía de los depósitos. Y los bancos han vuelto a conceder
créditos y las familias han ganado la confianza de que sus ahorros están
seguros. El Estado se lo garantiza. Tal vez este aspecto, el envío de señales
a los mercados para recuperar la confianza, sea la componente semiótica más
destacada en la actual crisis y sobre la que sería necesario reflexionar más
en detalle.
Crisis y cambio
Dice Marx que “las crisis son siempre soluciones violentas de las
contradicciones existentes, erupciones violentas que reestablecen de momento el
equilibrio roto”. Así que crisis y cambio son conceptos que se solapan o se
implican, pero no en sentido biunívoco. No todo cambio supone una crisis,
aunque toda crisis exige un cambio. Sin duda que la actual crisis del
capitalismo exigirá cambios importantes. Uno de ellos: la globalización que
hasta el momento ha estado presidida y gobernada por las corporaciones privadas,
pasará a estar gobernada ahora por los Estados. Se ha recuperado el papel del
Estado y del interés público. Se han producido más cambios, pero con el
mencionado basta.
Cambio e identidad
En toda crisis, y si es de la envergadura de la presente, se producen cambios
en los valores de identidad y en los portadores de los valores de identidad.
Hasta ahora había enfrentado dos valores de identidad distintos: el valor de la
unipolaridad, EEUU como amo y guardián del mundo, y el valor de la
multipolaridad, todas las naciones del mundo, grandes y pequeñas, tienen algo
que decir y quieren decidir soberanamente. La actual crisis ha procurado ese
cambio en los valores de identidad, hasta Barack Obama reconoce esa necesidad:
hay que ir hacia la multilateralidad. El mundo está formado por muchos lados,
no por uno solo o sólo por unos cuantos.
En lo que se refiere a los cambios en los portadores de los valores de
identidad, diré lo siguiente: EEUU ha representado hasta ahora, sobretodo a los
ojos de Occidente, la potencia hegemónica y la primera potencia económica del
mundo. Este papel lo está perdiendo, ya no porta o no portará a corto plazo
ese papel, lo portará ahora en particular China y en general la economía
asiática. Lo cierto es que el mundo cambiará en esos dos ámbitos señalados
al principio: en los valores de identidad y en los portadores de los valores de
identidad.
Francisco Umpiérrez
En Las Palmas de Gran Canaria. 26 de octubre de 200