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Felices Pascuas para Néstor
Kirchner festejó que la recaudación de marzo aumentó, como mínimo, el 23,5 por ciento. La fantasía de que una inflación controlada amplía el poder del Estado sin costo social. Ante la falta de una estrategia antiinflacionaria, el Banco Central optó por anclar el dólar, para morigerar el alza de los alimentos.
Maximiliano Montenegro
03.04.2010
En estas Pascuas Néstor Kirchner miró la planilla con la misma ansiedad con que un niño desenvuelve un huevo de chocolate.
El numerito lo colmó de felicidad: 23,5 por ciento. No se trata del supuesto repunte de su imagen en los sondeos de opinión, que millonarios encuestólogos estatales se apresuraron en acercarle. Es el aumento de la recaudación de marzo, cuyas cifras definitivas se conocerán el lunes y mostrarían sólo un leve ajuste –tal vez, un punto más– respecto del dato preliminar que tanto entusiasmó al ex presidente.
La suba de la recaudación en marzo confirma que los ingresos fiscales se despegan este año (en enero, la mejora fue del 20,4% y en febrero del 20,2%) bien por arriba de la meta presupuestaria, que fijaba un alza del 16 por ciento.
Así se achicaría parcialmente el agujero de financiamiento abierto en el Presupuesto 2010, mientras el gasto público crece a un ritmo superior al 30% anual.
El salto de los ingresos fiscales en marzo se debe, en parte, a la reactivación del consumo. Pero también influye el “efecto precio”: la recaudación del IVA y de otros tributos engorda al ritmo de la inflación.
ANCLÓ DEL PONT. Ante la ausencia de una estrategia antiinflacionaria, como anticipó este diario (ver “¿Dónde está el ancla”, 28/2/2010), en el Banco Central creen que no queda otra alternativa que afianzar el ancla cambiaria: un dólar estable serviría para morigerar la inercia inflacionaria, en especial en alimentos.
Quienes visitaron en los últimos días a Mercedes Marcó del Pont se sorprendieron por su férrea defensa de un dólar quieto, con el argumento de que –como ocurrió en marzo– favorece el regreso de los pequeños depositantes a los bancos.
“No se deben fijar tanto en el tipo de cambio nominal, sino en el tipo de cambio real sectorial. Y hay una gran oportunidad este año para mejorar el tipo de cambio sectorial con crédito a la producción”, repitió Mercedes a los empresarios que la visitaron.
La titular del Banco Central prepara un paquete de medidas para alentar a los bancos a prestar a las empresas a tasas fijas en pesos a cinco años.
Pero además considera que existe un “colchón de competitividad” para sujetar el dólar sin demasiado costo para la producción y el empleo. “Si la Argentina mantiene su tipo de cambio, y los países de la región aprecian, entonces también mejora el tipo de cambio real multilateral”, razona.
Es evidente que frente a países como Brasil y Chile –con inflación inferior al 5%– será difícil que la Argentina preserve la competitividad del peso, a menos que los vecinos revalúen mucho sus monedas. Pero también es cierto que existe colchón, tras la suba del dólar de casi el 30% desde fines de 2008. Según Buenos Aires City, hoy el tipo de cambio real multilateral (sobre la base de una canasta de monedas de los socios comerciales) es el 72% más alto que en 1998, durante la convertibilidad.
En fin, los funcionarios que escucharon a Marcó del Pont apuestan a que el dólar tendría este año un techo de alrededor de $ 4,10, apenas el 5% más alto. Con la inflación desatada, el ancla cambiaria quedaría firme. No es una solución muy heterodoxa, porque, como en los tiempos de Cavallo, se corre el riesgo de acumular atraso cambiario a costa de empleos. Pero es algo.
K-ECONOMICS. El Gobierno esgrime una dudosa estrategia comunicacional. Antes, los que cruzaban el Rubicón eran los que hablaban del INDEC. Hoy la palabra prohibida es inflación: todo el que la menciona es cómplice de las políticas de ajuste de los noventa (curioso, cuando no había inflación sino deflación). Es la lógica binaria de Néstor, que lleva a que ministros sensatos deban hacer piruetas verbales, devaluando su palabra ante una opinión pública que, como la señora de Moyano, empuja el changuito en el supermercado. Destruido el INDEC tampoco hay margen para reconocer el problema y desinflar expectativas con un par de ideas coherentes.
Ex funcionario de la Alianza, Miguel Bein es el consultor más citado en los últimos meses por los comunicadores K, porque sus informes fueron pioneros en destacar la fuerza de la reactivación: para este año, prevé un crecimiento deL 5,6%, aunque con una inflación del 20,2% y dólar casi fijo ($ 4,08 a fin de año). Pero Bein también advierte sobre “la aceleración de la tasa de inflación desde diciembre” y la posibilidad de que se reabra una “segunda ronda de paritarias” hacia septiembre, si lo acordado en estos meses es desbordado por la inflación. Dice además que un aumento del gasto público del 20% “no es ajuste y es todo lo que se necesita” para recuperar superávit fiscal y echarles otra ancla a los precios, ahora que la economía se recupera.
Aldo Ferrer, un economista insospechado de ortodoxo, explicó ayer algo similar, con el cuidado que requiere acercar una propuesta al comité revolucionario de Olivos: (para combatir la inflación) “Habría que fortalecer la solvencia fiscal; ahora ya no se justifica, por ejemplo, inyectar gasto público para sostener la demanda efectiva y no enfriar la economía como fue necesario en los dos años anteriores. El gasto público no hay que bajarlo, pero hay que acomodarlo a la capacidad de pago del Estado, porque si no generamos tensiones que repercuten en la inflación y sobre todo llevan al endeudamiento, que es la vía más segura para volver al pasado, perder soberanía y capacidad de hacer la política económica”.
Es lo que opina el “ala izquierda” del Ministerio de Economía. Boudou coincide en que el gasto público debería converger a una tasa de crecimiento del 20% en el año, por debajo de la recaudación. Pero dice que eso sucederá en voz baja, sin anuncios.
Extraje de este artículo largo lo que me pareció más relevante. Además subrayé lo que aún considero más relevante y que tiene que ver a lo que me referí en post anteriores y en varios posts de las últimas semanas: dolar relativamente planchado como decisión política y como ancla inflacionaria. Además el aumento de la recaudación es muy importante e indica que el país está creciendo fuerte y que a la vez también hay alta inflación.
En definitiva en un contexto de crecimiento alto, inflación alta y dolar planchado las dos mejores inversiones que tenemos a disposición, y cada vez tengo menos dudas de eso, son los cupones y los bonos en pesos con cer.