Esta nota es de ayer, domingo:
En su maratón discursivo, la Presidenta suele recaer en una tendencia común con Néstor Kirchner. A menudo parecen ser más opositores de sus adversarios o enemigos, que representantes de un gobierno que tiene propuestas para el futuro. El cronista, contra lo que suele proclamarse aquí y acullá, piensa que esos adversarios y aun esos enemigos existen, que son intolerantes en muchos casos y filodestituyentes en unos pocos. Pero la representación democrática tiene una lógica compleja. La Presidenta (elegida siempre por un sector de la ciudadanía) representa a todos, tirios y troyanos. A todos debería enfilar su discurso, apelando a lo que debe ser artículo de fe de la oratoria pública: no todos están definidos, encuadrados ni tienen posturas inamovibles.
Los Kirchner son desafectos a anunciar medidas, asombraría que Cristina Fernández revisara mañana ese criterio. Pero sería deseable que, amén de la lógica recorrida por lo construido en su mandato, enunciara un rumbo, un conjunto de objetivos (y pistas sobre algunos instrumentos) para los años venideros, distintos a los que ya pasaron. Quien endilga a sus contendientes poner palos en la rueda debería arrimar precisiones acerca de hacia dónde girará ésta.
Es predecible que la sesión dará juego para sobreactuaciones y gestos estridentes desde las bancadas. Sería interesante que todos los protagonistas contuvieran el histrionismo. La institucionalidad es una flor frágil que germina con dificultad y se marchita, ay, bastante más fácil.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpai ... 02-28.html
Si todos se replantearan el tono, las formas y las ambiciones, otro sería el cantar.
Hay un gran país esperando.