MILONGA escribió:
Porque no entiendo como un ser humano puede escribir tantas pelotuces ....por minuto.
se te no ta que te lees a vos solo, aca hay foristas muiy interesantes que hablan de KANT, otros que mal usan el apellido shakespeare, la vida esta llena de cosas hermozas y hay que disfrutarlas uds. son muy amargos, yo sigo escucha ndo a Dvorak y su concierto fijate poone el el apellido en internet en una de esas te enteras quièn es.[/quote]
Uyyyyyyyyy, te hice caso pero en lugar de Dvorak puse
devora y mirá que encontré:
Se acabó el romance, el dólar se
devora todo
Por el Arq. José M. García Rozado
Asistimos azorados a un seudo “corralito” impuesto de manera compulsiva por CFK durante el fin de semana, la corrida sostenida hacia el dólar por parte de una porción mayoritaria de argentinos -muchos de los cuales intuimos votaron a “ella”- que viene desde hace ya casi diez meses y que en estos cuatro años de mandato cristinista se devoraron US$64 mil millones, les impusieron este nuevo manotazo sobre las decisiones populares.
El cristinismo pasó de la gloria a la penuria en menos de una semana, el domingo festejaba un 53,9%, el jueves conmemoraba fastuosamente un año de la desaparición física de “él” y el viernes ante la imposibilidad de mantener una sangría semanal de US$800 millones se decidía a imponer un “Korralito” disfrazado en medidas de control de cambio, que en verdad implica impedir que la ciudadanía pueda comprar moneda extranjera, algo que la ley actualmente vigente permite libremente.
Existe además una situación verdaderamente grave: la concientización popular que el Gobierno no tiene un Plan B, es decir que todo pasa por insistir con lo que ya se conoce y que no ha dado resultado alguno, mucho consumo, poca inversión, inflación cuasi descontrolada y negada enfáticamente por el oficialismo y una ampliación de la base monetaria de más del 70%, todo ello sumado a un atraso cambiario notorio y a que la productividad industrial se mantiene sin cambios sin aumentar la oferta de productos.
Terminó la farra y la fiesta impuesta desde el “discurso-relato” y comienza el pueblo a notar que con el consumo sólo no alcanza, aquella sensación de “opulencia ficticia” no resiste el menor análisis, y la desconfianza sobre el devenir comienza a hacerse sentir; sucede un hecho paradojal, hasta el mismo domingo 23-O la fuga de divisas estaba en los US$500 millones semanales -un verdadero dislate imposible de sostener-, pero luego de la fiesta oficialista la misma aumentó en un 60% llevando al Gobierno a tener que forzar este verdadero “Korralito cambiario”.
El cristinismo se embriagó con las cifras y con el retorno al control parlamentario otorgado por una ciudadanía que apenas se dio cuenta de lo que acababa de cometer, impulsó la fuga de divisas a valores insostenibles, y ante la falta de un verdadero plan económico y, mucho menos aún, de un plan B salió disparado a apoyarse en las mismas viejas y trilladas recetas de la ortodoxia económica generando como contrapartida un doble mercado cambiario, como en épocas remanidas y que condujeran a la Argentina a etapas de crisis terminales.
La caída de la competitividad por el precio actual del dólar incidió en esta nueva “corrida”, y CFK ordenó a Marcó del Pont que actúe para detener el drenaje en un mercado recalentado, es ella como antes fuera él la que ordena cuándo y cómo; aumentó los controles vía AFIP quien será la única autorizada desde hoy para permitir operaciones, los tiempos los decidirá el controlador -Ricardo Echegaray- como ocurre desde hace un tiempo con la Aduana. Lo consabido, ocurrirá, cuantos más controles, más estímulo para que aquella expectativa de desconfianza se canalice por otras vías, o sea se desdoble el mercado y el dólar “blue” o marginal vuelva a ser luego de una década “la estrella”.
¿El precio del “paralelo” será un indicador para los precios y la inflación? Tal como ocurriera en el pasado la sangría de US$20 millones en el año, que pueden llegar a 25 mil reclaman de una “política económica más consistente”, la inflación real -no la del INDEC-, los incrementos salariales, la emisión monetaria, el aumento de la tasa de interés, son datos, entre otros, que marcan los desajustes más visibles y los temores que desata esta conducta dual del pueblo argentino: voto y prevención por lo que viene, ¿conducta contradictoria o curarse preventivamente?
Heriberto Muraro, sociólogo, titular de Telesurvey y un veterano analista del peronismo, sostiene en Página/12 -diario oficialista si los hay- que “el sano sentido común indica que con ese nivel de popularidad el kirchnerismo va a acentuar lo que está haciendo, que yo definiría como la utopía kirchnerista, utilizado el término utopía en el mejor sentido. ¿En qué consiste esa utopía? En devolverle al Estado el poder que perdió durante la dictadura y durante el menemismo. Los críticos dicen que eso es populismo hegemónico. Lo cierto es que efectivamente fortalecer el Estado es fortalecer el Gobierno. En concreto, significa cuatro cosas: poner en caja a los sectores financieros, a los sectores agropecuarios, a los sindicatos y a los medios. Ese es el proyecto y lo van a acentuar. Los obstáculos son esencialmente dos: la crisis internacional y la inflación argentina. Incluyo esto último en especial porque es lo que desajusta el control sobre los sectores de poder de los que hablamos antes. Los cambios de nombre, para mí, no tienen importancia. Si está Guillermo Moreno o no está, no cambia el cuadro. La realidad es que en combinación con Brasil, el gobierno argentino y, por supuesto, Moreno, están tomando medidas proteccionistas. Y eso a la derecha internacional no le gusta. Diría entonces que se acentúa el proyecto, es continuidad de lo anterior, pero eso no es un hecho menor”. (...”).
Tan ortodoxa es la medida tomada por CFK, que obtuvo el apoyo tanto de ABA -Asociación de Bancos de la Argentina- por la banca extranjera, como por Adelmo Gabbi, presidente de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, quienes para curarse en salud intentando un zig-zag realizaron algunas aclaraciones sobre la resolución 3210/11 del “Korralito cambiario” explicando que es “probable que estas medidas sean por muy poco tiempo porque de mantenerse por mucho tiempo serían muy perniciosas”. Sólo Prat Gay ex Presidente del BCRA durante el Gobierno Duhalde de 2002, aclaró que la “única opción que tiene el Gobierno para frenar la demanda de dólares es vender reservas o devaluar el peso” pero “como no quiere tomar ninguna de las dos, busca la alternativa de decirle que al que quiere comprar dólares que no los compre, y al que no quiere vender dólares que los venda”, señaló Prat Gay a radio Mitre, advirtiendo que “esto ya lo vimos en la Argentina y dura muy poco…Este es un gobierno que no ha hecho nada por contener la inflación” y remarcó que “no hay ningún país en el mundo donde muchas cosas suban 25% y otras no”.
Eugenio Paillet en La Nueva Provincia, de Bahía Blanca pontifica, “¿Qué fue lo que pasó? Parece que, en lugar de ganar las elecciones, las hubiésemos perdido”, se quejó, con amargura, un secretario de Estado con despacho en Balcarce 50. En verdad, para no pocos hombres de negocios y analistas independientes, el triunfo en sí mismo de CFK y la espectacularidad de las cifras logradas fueron, de algún modo, los que generaron ese efecto contrario. Eso, hay que decirlo, y frases temerarias que sus autores poco se cuidaron de que trascendieran a los medios, como aquella promesa de Juan Manuel Abal Medina en la noche de la victoria, en el bunker del barrio de Montserrat: “Ahora, vamos por todos”.
Las conclusiones que nos dejan estas y tantas otras interpretaciones de lo que está ocurriendo es que el triunfo de CFK, tan amplio como por muchos esperados -propio de la sensación ficticia de opulencia y consumo-, sobre una oposición desmembrada y en muchos casos mediatizada, puede estar generando un efecto contrario entre el pueblo (el que la votó, tanto como entre quienes no lo hicieran) y en ahorristas e inversores. “Si dicen que ahora vienen por todo o por todos, la gente se pregunta si eso significa los depósitos, los bancos, las ganancias de las empresas”.
Otra de las conclusiones es que igual que aquellos funcionarios desorientados, el ala específica del gobierno y la propia presidenta de la Nación parecieron quedar atrapados involuntariamente de ese clima enrarecido. Pruebas al canto: hubo primeros amagues de algunos funcionarios de segunda línea, amparados en un par de análisis que entregaron desde Carta Abierta y desde un banco amigo, de salir a denunciar un intento por desestabilizar a Cristina (o, en una variante de mínima, de buscar poner frenos a tantas ínfulas de los victoriosos del gobierno), con la sola herramienta de mostrar a los diarios el crecimiento de la compra de dólares por parte de particulares.
Por suerte para la salud de la ya deteriorada calidad institucional, el viejo recurso de la teoría conspirativa detrás de cada puerta quedó sepultado aquella mañana del 27 de octubre de 2010 en que falleciere “él”. El gobierno se mantuvo, durante tres o cuatro días, tras salir de la ordalía de festejos, en un cono de sombras. “Hace 72 horas que no hablamos de otra cosa que del dólar”, se sinceró aquel confidente. “El gobierno adoptó una posición errática, sin saber adónde ir, durante todo ese lapso. Así vinieron las medidas que, a ojos de muchos, han provocado más incertidumbre que la que se quiere evitar, como los decretos para obligar a mineras y petroleras a liquidar sus divisas en el país, y la orden a las aseguradoras de riesgo del trabajo para que traigan de regreso unos mil ochocientos millones de dólares que tienen depositados en el exterior. (...)”. E. Paillet.
Tan ortodoxa es la economía del “modelo K” que lleva a periodistas no peronistas, y críticos del modelo neoliberal de los pasados 90 a pontificar: “Parte de esos argentinos que la votaron salieron corriendo después (y salen ahora) a comprar dólares. ¿Qué explicación tiene esa contradicción entre la confianza política y la desconfianza económica? ¿Qué hace, o qué no hace, el gobierno recientemente ratificado para promover una salida de capitales que está obligando al Banco Central a dictar una resolución tras otra?” -Joaquín Morales Solá-. “Muchos sectores sociales se han beneficiado durante estos años de prosperidad económica. El empresariado privado (que no incluye a los de servicios públicos) ganó en 2010 unos 20.000 millones de dólares. En el mejor momento del menemismo, ese núcleo empresario ganaba por año entre 5000 y 7000 millones de dólares. Los aumentos salariales para los trabajadores en relación de dependencia superaron en casi todos los años del kirchnerismo a la tasa de inflación real.”
Y sigue dudando: “Los subsidios para los sectores más pobres compensaron la falta de trabajo en blanco. La clase media (y también la media alta) disfrutó del período más generoso que se recuerde de subsidios al consumo de servicios públicos. Están incluidos el transporte, el agua, la electricidad y el gas. El valor de la tierra de los productores rurales aumentó entre cinco y diez veces desde 2003. El precio de la hectárea de tierra con cultivo de soja es el que más aumentó. Podría llegarse a la conclusión de que el voto a Cristina Kirchner fue también un acto social, tal vez inconsciente, de agradecimiento. Esta es una parte de la historia. La otra parte de la narración debe consignar que esas glorias políticas convivieron con el momento más espectacular de la salida de capitales o, llamado de otro modo, de la huida social hacia el dólar. Empresarios, clase media, trabajadores comunes y corrientes, y hasta jubilados, eligieron la moneda norteamericana como el refugio más seguro. ¿Por qué? (...)”.
Y es quizás justamente aquí donde radica la total incongruencia de un “modelo-relato-discurso” que dice ser populista, nacional y progresista y lo que una mayoritaria parte de la sociedad muestra con esta imparable fuga de divisas respecto de la inseguridad en el porvenir. Así como en el 99 del siglo XX votó por la convertibilidad del 1 a 1 sabiendo, en el inconsciente más profundo, que era imposible de mantener y lo hizo, ayer nomás votó por el “relato-discurso” falaz de la opulencia imposible de sostener mientras intenta asegurar sus ahorros -o su capacidad de consumo- volcándose a la compra de dólares, situación que lleva al Gobierno cristinista a adoptar esta trillada política del Korralito cambiario, como ayer lo hiciera Domingo Cavallo en las postrimerías del gobierno delarruísta.