Pascua escribió:Patean Lugano pero te hablan de Vancouver.
Asì es fàcil crear trabajo, cuando el aumento del nùmero de empleados en el sector pùblico aumento en estos diez años cerca de un 50%. Hoy hay 3.2 millones de empleados pùblicos, y 15 millones que sin trabajar reciben el cheque del estado.
Viva la vagancia y el curro. Muchos KK, en su vida, van a tener tan buen pasar como lo han tenido èstos años. Ahora al Guasòn despuès de haber hecho los despelotes que hizo, lo premian con Italia, al otro del Gabinete con Chile, al "me quiero ir", con Europa.
Es el progresismo caduco, que defiende la buena vida, la de ellos.
lanacion.com | Opinión.Sábado 24 de agosto de 2013 | Publicado en edición impresa.Editorial I
Aumento del empleo público
Opinión
El populismo y el clientelismo generaron desde 2003 un incremento sin precedentes en nuestra historia de la cantidad de empleados estatales
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La magnitud del crecimiento del empleo estatal a partir de 2003 no registra antecedentes en la historia de nuestro país. Tampoco encuentra justificación. Si se toma el sector público en su conjunto -gobierno nacional, provincias y municipios-, en estos diez años el aumento del número de empleados ha sido cercano al 50 por ciento. Esto implica una tasa acumulativa anual del 4,1 por ciento, que comprende una más alta en municipios (6,1%) que en los gobiernos provinciales (3,9%) y el gobierno nacional (2,8%). El ritmo de aumento del empleo público ha cuadruplicado el de la población y ha duplicado el del empleo privado.
Estas cifras se refieren a personas que desarrollan tareas laborales y remuneradas dentro del Estado. No abarcan a quienes reciben planes sociales ni tampoco a pensionados y jubilados. Hoy hay 3,2 millones de empleados públicos, pero son alrededor de 15 millones los que sin trabajar reciben mensualmente un cheque del Estado. Esta categoría ha crecido proporcionalmente más que la de los trabajadores estatales. Ambos fenómenos explican dos tercios del aumento del gasto público, que evolucionó desde un 32% del producto bruto interno en 2002 a un 45% en 2013. El tercio restante del aumento se debe a los subsidios.
En medios oficiales y en importantes espacios de la oposición se ha defendido el aumento del empleo público como una política deseable para reducir el desempleo. La elevada tasa de desocupación de fines de 2002 parecía justificar esta posición, por lo menos como una política de corto plazo. La cuestión es si esto debió escalar en la magnitud en que lo ha hecho, tan sostenidamente y durante tantos años. No puede haber una respuesta correcta si no se tiene en cuenta que la remuneración de un empleado público no viene del aire, sino de un impuesto, o de la emisión inflacionaria, o de nueva deuda pública que pagarán los futuros contribuyentes. Cualquiera de estas formas implica disminuir el ingreso de otras personas y distraer recursos del sistema económico. Su efecto no es gratuito.
La presión tributaria en la Argentina ha trepado a niveles asfixiantes y es superior a la de cualquier país comparable. A pesar de ello, ha aparecido un déficit fiscal creciente que se financia con los ahorros de los jubilados y con emisión monetaria, o sea, con el bolsillo de todos los argentinos. Esto implica claramente un desincentivo a la iniciativa privada y a la inversión.