ENTREVISTA DANI RODRIK, ECONOMISTA DE HARVARD"Este es un modelo mucho más sostenible que el de los años 90"
JUE 17/04/08 08:00 | Pero hará falta que el Gobierno mantenga un margen de maniobra en política fiscal para asegurar un tipo de cambio competitivo sin presionar los precios.
Por Francisco de Zárate |
fdezarate@clarin.com
Tres razones para incluir a Dani Rodrik en el casillero de los economistas modernos: tiene blog, da lecciones económicas tomando ejemplos del fútbol, y está a favor de una tercera vía en la disputa libre comercio-proteccionismo: que se reduzcan las barreras, sí, pero suavemente y con intervención del Gobierno que permita a las industrias locales hacerse fuertes antes del desembarco.
Este jueves el profesor de Harvard especializado en economía del desarrollo estará en Buenos Aires invitado por la Asociación de Empresarios Argentinos para hablar sobre los pasos que convierten una coyuntura de crecimiento como la actual en una tendencia sostenible.
- ¿Cómo se hace?
- La Argentina pasó de un modelo de consumo financiado con deuda externa a uno de alto nivel de ahorro, inversiones y competitividad, con fundamentos mucho más sólidos que los de los 90. La primera parte del paquete para sostener el crecimiento va a ser mantener el equilibro de alto nivel de ahorro e inversiones. Eso va a requerir que el Gobierno se asegure un margen de maniobra en política fiscal con el que lograr un tipo de cambio competitivo sin presionar demasiado los precios o el sistema monetario. ("The value of being undervalued")
Rodrik cree que si la Argentina logró mantener un tipo de cambio competitivo hasta ahora fue precisamente porque existía esa política fiscal que apoyaba la compra de dólares del Central.
Pero con eso no basta para asegurarse el crecimiento sostenido.
- ¿Cuál es la segunda parte?
- Establecer un modelo de cooperación más amplio y profundo entre el Gobierno y el sector privado en el que no surjan temas como la falta de confianza o de cooperación. Uno de los obstáculos importantes que muchos países encuentran es la pérdida de habilidad para ajustar políticas económicas cuando se enfrentan a shocks externos, algo que tiende a relacionarse con la solidez de las instituciones para gestionar conflictos. Si Argentina no usa este período para reforzar sus instituciones de gestión de conflictos, tal vez encuentre dificultades para enfrentar shocks adversos en el futuro.
- ¿Cuáles son esas instituciones de gestión de conflictos?
- Un sistema democrático en buen funcionamiento en el que los diferentes actores sociales arreglen sus diferencias de manera pacífica y coooperativa, en el que las reorientaciones de política macroeconómica que se necesiten puedan tomarse de forma relativamente suave y no como resultado de una crisis en medio de turbulencias políticas y sociales.
- ¿Escuchó lo que pasó en la Argentina en las últimas semanas?
- Sí.
- Usted escribió que la seguridad jurídica no dependía tanto de los cambios en las leyes como de la forma en que se aplicaban. ¿De qué forma se pueden programar mejoras en ese campo?
- La seguridad jurídica es una noción que existe en la mente de las personas. Si las políticas cambian pero la gente entiende por qué están cambiando, no pensarán necesariamente que ese cambio es una falta de seguridad jurídica. Lleva tiempo construirla porque depende de la confianza en el Gobierno y en las instituciones públicas. En las últimas décadas, la Argentina tuvo su ración de crisis y turbulencias, así que va a hacer falta que pase un poco de tiempo antes de que realmente se establezca un profundo sentido de estabilidad, previsibilidad, y confianza en las instituciones. No deberían esperarse milagros de la noche a la mañana.
Por otro lado, creo que le corresponde a los políticos y funcionarios actuar sabiendo cómo es la historia del país.
- ¿Qué hay de cierto en la idea de que las economías emergentes están mejor protegidas hoy frente a la crisis financiera?
- La economía mundial tiene hoy un aspecto un poco diferente al de hace diez años por varias razones. Una de ellas es que países como India y China, que hoy representan una parte mucho mayor de la economía mundial, genera gran parte de su propio crecimiento mediante una dinámica interna. De modo que un gran cambio es que hoy tenemos dos grandes economías emergentes de muy rápido crecimiento que, sin minimizar su relación con la economía mundial, tienen una dinamica interna sostenible.
Otra razón es que en muchas economías emergentes hoy hay superávit en vez de déficit. De forma que no dependen de financiación externa para su cuenta corriente, como solía ser el caso, y eso los hace menos sensibles a cambios en el sentimiento de mercado. Tercero, los precios de los commodities, que están muy altos. Países como la Argentina se están beneficiando de eso, que ha mejorado el desempeño de muchos países en desarrollo.
- En su blog cuestionó hace unos días la que consideraba una incongruencia de Robert Zoellick, pretender reducir el precio internacional de los alimentos y eliminar a la vez los subsidios a los productores agrícolas, cuando según el propio Banco Mundial, la desaparición de esos subsidios encarecería los commodities. ¿No es más inflacionario el escenario actual, en el que muchos países productores traban sus exportaciones para mantener el precio doméstico bajo control?
- Muchos gobiernos están tratando de manejar las consecuencias del alto precio de la comida, que es un tema político muy importante dada la sensibilidad de los precios de los alimentos en cualquier sociedad. Pero hay un juego de suma cero, algo así como el dilema del prisionero. Cuantos más países respondan en forma unilateral, peor va a ser en términos del precio global de la comida. Porque los países exportadores tratan de mantener su oferta interna y eso hace que el precio mundial tienda a subir. Creo que este es un argumento para instaurar una cierta cantidad de cooperación internacional que modere el aumento internacional en el precio de los alimentos.
- ¿Existe la voluntad para esa cooperación internacional?
- Creo que es una buena cosa que Zoellick haya tomado la iniciativa de sacar el tema al escenario mundial. Es algo que entra en conflicto con la Agenda de Doha en el sentido de que cualquier avance en la Agenda implica que los precios mundiales suban.
Creo que tendría sentido darle prioridad ahora al tema del alto precio de los alimentos por encima de la Agenda de Doha. ("Let the Doha Round Fail")
- Hablando de Doha, usted es conocido por apoyar un libre comercio con intervención del Gobierno en medidas que promuevan la competitividad. ¿Con qué dinero se financia eso?
- Gran parte es un tema de comportamiento que no necesita mucho dinero. El corazón central de cualquier política industrial es un acuerdo cooperativo entre el sector público y el privado para trabajar juntos en la identificación de los cuellos de botella más importantes y los obstáculos para la competitividad. Ese estado mental o práctica de coordinación y cooperación estratégica no es algo que cueste mucho dinero.
Si mirás los gastos fiscales presupuestados en Corea del Sur para su política industrial durante los años 60 y 70, encontrarás que son un monto minúsculo. Pero obviamente había mucho liderazgo estratégico por el lado del Gobierno. Por otro lado, muchos gobiernos están hoy involucrados en políticas industriales de varios tipos que, de forma explícita o implícita, sí requieren recursos fiscales: incentivos, subsidios, exenciones de requisitos... Hay un gran espectro de programas vigentes. Lo que yo defiendo es racionalizarlos para darles un mejor sustento. No necesariamente expandir el gasto total fiscal involucrado.